Este verano me pasó algo muy insólito. Estaba tumbada en la orilla del mar, con la cabeza encima de mis brazos y con los ojos cerrados, casi dormida. Estaba inmersa en una profunda tranquilidad cuando improvisamente
noto algo, o alguien, que corre y salta de un lado a otro respeto a mi posición, levantando la arena húmeda de la orilla del mar. La primera cosa que pensé fue: “este es mi marido que me está echando una broma”.
Abro los ojos y el corazón empieza a latirme muy rápido. No era mi marido, era un grande perro negro, sin collar, uno de los muchos perros sueltos que puedes encontrar cuando viajas por Tailandia. Normalmente no me dan miedo los perros, pero la verdad es que en esta situación me asusté bastante.
Me levanto repentinamente e intento alejarme de él que empieza a ladrar.
Doy el primer paso queriendo huir pero lo único que consigo es que el perro empiece a saltar encima de mí, no sé si de forma cariñosa o no. Lo único que sé es que tengo el corazón a punto de explotarme, mis piernas tiemblan y quiero huirme lo más lejos posible de él que sin embargo sigue saltándome encima, arañándome piernas y barriga con sus patas.
Empiezo a gritar preguntando por su dueño, pero en la playa no hay casi nadie y las pocas personas que están parecen no darse cuenta de la situación.
De repente elijo cambiar de ACTITUD.
Me paro, firme y estable, y empiezo a gritarle al perro dando un paso hacía el: “para ya!!!!!!”. Repito la frase más y más veces con todo el aire que me queda en los pulmones.
El perro para, se calla y se sienta mirándome.
Incrédula, con las piernas temblándome, sigo manteniéndome con mi postura segura y autoritaria.
Después se va corriendo y desaparece dentro de la selva que rodea la playa.
Me quedo aturdida, me baño en las cálidas agua del mar de Andamán para limpiarme las heridas y empiezo a pensar…”Sólo cuando puse de un lado mi MIEDO y me enfrenté con valor y decisión al perro, entonces él se fue. Cuanto más intentaba esquivarle cuanto más él se me tiraba encima con toda su fuerza…”
En la vida pasa exactamente la misma cosa: a menudo nos bloqueamos delante de los DESAFÍOS que nos pone adelante, el miedo nos paraliza y intentamos huir.
Pero, cuanto más queremos alejarnos cuanto más el miedo se va retro-alimentando, volviéndose más fuerte y agresivo. Aquella mañana de agosto lo percibí claramente y también sentí crecer en mi una fuerza increíble cuando elegí salir de la frágil cascara con la que intentaba protegerme.
Todos tenemos miedo y es sano sentir esta EMOCIÓN, porque nos está avisando de un posible peligro. A menudo, sin embargo la única manera para superar el peligro es enfrentarnos a él y haciéndolo se nos abre una puerta hacia un nuevo nivel de CONSCIENCIA Y DE CONFIANZA en nosotros mismos.
Identifica tus miedos, haz una lista de todos tus temores.
Empieza con aquellos miedos pequeños, los que nos acompañan a diario y con los que aprendemos a convivir aunque nos dejen un mal sabor en la boca.
Si realmente estos miedos no están limitando tu potencial y tu crecimiento personal entonces genial, no hagas nada!
Pero si lo están haciendo entonces ha llegado el momento de decir BASTA!
Ha llegado el momento de mirar los miedos a los ojos, reconocerlos, aceptarlos, entenderlos y entonces empezar a destruirlos poquito a poco.
Empieza haciendo una lista.
¿Tienes quizás miedo de hablar en público?
¿Te da miedo hablar con tu jefe y esto te hace sentir inseguro en tu trabajo?
¿Tienes miedo a empezar un nuevo proyecto por temor a fracasar?
Perfecto, ahora pregúntate:
¿A que tengo miedo realmente?
¿Qué me estoy perdiendo por su culpa?
¿Cómo cambiaría mi vida si él no estuviera?
Muy bien! Ahora ha llegado el momento de ponerte mano a la obra y empezar día a día, a hacer algo para quitarle el poder que tú mismo le has conferido.
Si tienes miedo a hablar en público por ejemplo podrías en la próxima reunión de trabajo, en vez que quedarte pasivo y aburrirte, empezar a participar de forma activa, haciendo preguntas y dando tu opinión.
O podrías hacer el esfuerzo de hablar con aquel compañero que siempre intentas evitar.
Conoces aquella sensación en la que no quieres hacer algo porque te resulta muy incomodo? Si quieres evolucionarte aquello es tu camino.
En otras palabras sal de tu ZONA DE CONFORT siempre y cuando puedas, y descubrirás que los BENEFICIOS son mucho más grandes de lo que piensas que puedes perder.
Con cariño
Federica