A veces pasa que, por centrarnos en las mil cosas urgentes que tenemos que hacer, se nos olviden las cosas verdaderamente importantes, aquellas que dan un profundo significado a nuestra vida y por las que merece realmente la pena vivir. Espero que este cuento te haga reflexionar sobre este tema. ¡Buena lectura!
Con cariño
Federica
El maestro puso encima de la mesa un jarrón de cristal.
A continuación, sacó de una bolsa una decena de piedras del tamaño de una naranja, y empezó a meterlas una a una dentro del recipiente.
Cuando el jarrón ya tenía piedras hasta el borde, les preguntó a sus alumnos:
– ¿Está lleno?
Todos respondieron que sí. El maestro, sin embargo, echó mano de otra bolsa que contenía grava y, sacudiendo las piedras grandes de dentro del jarrón, logró meter bastante grava en los espacios vacíos.
– ¿Está lleno? –preguntó de nuevo. Los alumnos dijeron que ahora sí que estaba lleno. Entonces fue cuando el maestro usó el contenido de una tercera bolsa, que contenía fina arena, derramándola en el interior del jarrón.
La arena fue rellenando todos los intersticios entre las piedras y la grava, hasta completar todo el recipiente.
– De acuerdo –dijo el maestro-, ahora el jarrón está lleno. ¿Cuál es la enseñanza que he querido demostrar?
– Que no importa lo ocupado que estés, pues siempre habrá espacio para hacer algo más– dijo un alumno.
– Nada de eso. En realidad, esta pequeña demostración nos permite darnos cuenta de lo siguiente: si no ponemos las piedras grandes al principio, no podremos meterlas después.
A partir de eso, piensa: ¿cuáles son las cosas importantes de nuestra vida? ¿Cuáles son tus piedras grandes?
Empieza a llenar tu jarrón con aquellas y si ya no hay espacio quita toda la arena y empieza a llenarlo otra vez.
Reblogueó esto en proudymummy31's Blogy comentado:
Sano pensamiento
A menudo recuerdo este cuento, que me gusta mucho. 🙂
Hace tiempo alguien me contó otra versión que enlaza con ésta casi al final:
Una vez relleno con la arena, el maestro preguntó «¿Está lleno?» y cuando los alumnos contestaron que sí, el maestro vertió una cerveza dentro del jarrón. El líquido empapó la arena y el maestro preguntó a sus alumnos: «¿Cuál es la enseñanza que he querido demostrar?
– Que no importa lo ocupado que estés, pues siempre habrá espacio para hacer algo más– dijo un alumno.
– Nada de eso. En realidad, esta pequeña demostración nos permite darnos cuenta de lo siguiente: Si no ponemos las piedras grandes al principio, no podremos meterlas después. Y, además, por muy ocupado que estés siempre hay tiempo para tomar una cervecita con los amigos.»
Me encanta!