El pasado sábado, mientras estaba desayunando en una cafetería del centro, empecé a hojear mi cuaderno. Es un bloc de notas en el que, por lo general, escribo frases que me han gustado y que he leído en revistas, libros, internet, películas…
Me encanta leer mi diario. Siempre tengo la sensación que en ello puedo encontrar muchas de las respuesta a mis preguntas. Esa mañana me llamaron la atención estas palabras, de la película “el lado bueno de las cosas”, de David O. Russell:
“El mundo te romperá el corazón de todas las formas imaginables. Eso está garantizado y yo no puedo explicarlo, como tampoco la locura que llevo dentro ni la locura que llevan los demás. La vida nunca es justa pero debes afrontar los golpes y seguir adelante. Y cuando tengas el corazón roto tendrás que volver a construirlo y, no solo eso, tendrás que volver a confiar y esta es la parte más difícil. A pesar de todo esto, aunque la vida rompa todas tus ilusiones debes seguir soñando, ¿sabes por qué? Porque si no te ilusionas, porque si no sueñas, porque si no amas ¿qué clase de vida estarás viviendo? ¿para qué quieres una vida si no la estás aprovechando? No se puede vivir con miedo toda la vida. La vida es así: te caes, te levantas y te vuelves a caer. Pero, si ni siquiera te mueves por temor a caerte, en realidad, ya te has hundido.”
Después de leerlas me quedé en silencio unos minutos con los ojos cerrados, sintiendo los rayos del sol calentar la piel de mí cara y reflexionando sobre su significado.
¡Qué gran verdad!
Era cierto, el mundo es capaz de rompernos el corazón de varias formas: a través de las personas o de EVENTOS independientes.
La vida a veces nos da un empujón y nos caemos con la cara en el barro.
Y mientras reflexionaba sobre mis caídas y sobre el increíble bricolaje que había aprendido a hacer con los pedazos de mi corazón, abrí los ojos y me puse a mirar a mí alrededor.
Unas niñas de 15 años hablaban delante de un escaparate…transmitían alegría, curiosidad por todo lo que las rodeaba y para una vida aún por descubrir.
Una madre abrazaba tiernamente a su hijo entre sus brazos y parecía haberse olvidado del mundo a su alrededor. Dos estudiantes universitarios, sentados en la mesa de al lado, hablaban sobre grandes proyectos y viajes.
Las palabras que acababa de leer recubrían lentamente mi corazón como copos de nieve, recordándome que, en el fondo, todos estamos en el mismo barco, unidos por los MISMOS MIEDOS y por el mismo inmenso DESEO DE FELICIDAD.
¿Qué es la felicidad?
¿Es quizás algo que nos pasa por casualidad? ¿Es quizás algo externo que está más allá de nuestro control y que nos va a tocar como un premio de una lotería?
¡No! La felicidad no es esto.
Mientras miraba a las personas que poco a poco llenaban las calles de Sevilla, aquella mañana me acordé de cuando, hace seis años, hice una promesa a mí misma: «Hoy elijo ser feliz, ¡pase lo que pase!»
Creo que la felicidad es una ELECCIÓN.
Creo firmemente que es una ACTITUD ante la vida que hace que, por un lado podamos disfrutar de las pequeñas y grandes cosas y, por otro, que podamos encontrar la fuerza y las ganas de levantarnos de nuestras caídas, de limpiarnos la cara del barro y de volver a tener confianza en los demás y en la vida misma.
¿Qué significa tener fe en la vida?
Significa pensar que todo lo que nos sucede esconde un SIGNIFICADO.
Elegir ser feliz es una consecuencia del tipo de actitud que queremos tomar en nuestras vidas.
Podemos elegir una ACTITUD VICTIMISTA, con la que que nos sentimos a la merced de los acontecimientos, o RESPONSABLE, PROTAGONISTA, con la que nos convertimos en dueños de nuestros sentimientos y pensamientos. Es aquella actitud que nos transforma en estudiantes en continua formación en esta gran escuela es el mundo y, al mismo tiempo, en maestros de nosotros mismos.
Básicamente somos nosotros los que creamos los sentimientos que sentimos, y lo hacemos utilizando una específica ESTRATEGIA MENTAL. Lo hacemos, en otras palabras, haciendo algo con nuestra mente.
Por esta razón dos personas que se enfrentan a la misma situación pueden reaccionar de manera diferente. Cada una utiliza una estrategia diferente y esto hace que tenga una diferente visión de lo que le pasa.
¿Entonces qué la felicidad?
Creo que no es nada más que una HABILIDAD y como tal se puede aprender y mejorar a base de entrenamiento. Más nos entrenamos y más somos bueno en ser feliz.
¿Y cómo entrenarnos?
Empezando a identificar todos esos pensamientos que tienen el efecto de hundirnos en el mar de la tristeza, de la inseguridad y de la falta de esperanza.
¡Nunca me cansaré de repetirlo! Si hay una cosa que podemos controlar son nuestros propios pensamientos, porque somos nosotros los que los creamos.
Y mientras cerraba mi diario, me fijé en una última frase:
«Si alguien entrara en tu casa y ensuciara las paredes ¿le dejarías? No, por supuesto que no. Lo más seguro es que volverías a pintarlas. Entonces, ¿porque dejas pensamientos negativos en tu mente? «
Yo no lo voy a hacer. Yo quiero tener las notas más altas en este entrenamiento a la felicidad.
Con cariño
Federica