EL CAMBIO EMPIEZA CONTIGO

ITALIANO

¿Te parece una utopía la de cambiar el mundo? En una realidad en la que hay tantas cosas que nos indignan, tantas cosas por mejorar y arreglar parece casi ciencia ficción pensar que las cosas pueden cambiar.

Escucho mucha gente quejándose de la crisis, de los políticos corruptos, de la sociedad donde sólo avanza quien es hijo de alguien…Pero luego, en nuestro día a día, ¿cuantos de nosotros realmente actuamos de forma constructiva para cambiar las cosas? ¿Cuantos nos comportamos en linea con los valores que decimos tener?

Sólo cambiando la mentalidad de una persona se puede conseguir cambiar a la mentalidad de su pequeño entorno. Cambiando su pequeño entorno podemos cambiar el mundo un poquito a la vez. Y hay que empezar por nosotros mismos. Este cuento nos lo recuerda.

Buena lectura

Con cariño

Federica

Un gran científico, que vivía muy preocupado con los grandes problemas de este mundo, estaba resuelto a encontrar los medios para aminorarlos. Pasaba largos días en su laboratorio en busca de respuestas para sus dudas.

Cierto día, su pequeño hijo de 7 años invadió su «santuario» decidido a ayudarlo a trabajar.

El científico, nervioso por la interrupción, le pidió al niño que por favor fuese a jugar a otro lado. Viendo que era imposible sacarlo, el padre pensó en algo que pudiese darle con el objetivo de distraer su atención.

De repente se encontró con una revista, en donde había un mapa con el mundo, justo lo que precisaba.
Con unas tijeras recortó el mapa en varios pedazos y junto con un rollo de cinta se lo entregó a su hijo diciendo:

«como te gustan los rompecabezas, te voy a dar el mundo todo roto para que lo repares pero sin ayuda de nadie».
Entonces l científico calculó ingenuamente que al pequeño le llevaría 10 días componer el mapa, pero no fue así.

Pasadas algunas horas, escuchó la voz del niño que lo llamaba. Papá, papá, ya hice todo, conseguí terminarlo.
Al principio el padre no creyó en el niño. Pensó que sería imposible que, a su edad hubiera conseguido recomponer un mapa que jamás había visto antes.

Desconfiado, el científico levantó la vista de sus anotaciones con la certeza de que vería el trabajo digno de un niño.

Para su sorpresa, el mapa estaba completo. Todos los pedazos habían sido colocados en sus debidos lugares.

¿Cómo era posible? ¿Cómo el niño había sido capaz? De esta manera, el padre preguntó con asombro a su hijo:
– Hijito, tú no sabías cómo era el mundo, ¿cómo lo lograste?
– Papá, respondió el niño; yo no sabía como era el mundo, pero cuando sacaste el mapa de la revista para recortarlo, vi que del otro lado estaba la figura de un hombre. Así que di vuelta a los recortes y comencé a recomponer al hombre, que sí sabía como era. «Cuando conseguí arreglar al hombre, di vuelta la hoja y vi que había arreglado al mundo».