Este cuento es muy bueno para darnos cuentos de las consecuencias de nuestras acciones. A veces no somos conscientes de que las cosas que decimos o hacemos tienen mucho impacto sobre los demás. Buena lectura y buen finde.
Con cariño
Federica
Había un niño que tenía mal carácter.
Un día, su padre le dio una bolsa llena de clavos y le dijo que cada vez que perdiera la calma debería clavar un clavo en una valla que había detrás de la casa.
El primer día, el niño clavó treinta y siete clavos en la valla…, pero, poco a poco, fue calmándose, porque descubrió que era mucho más fácil controlar su carácter que clavar clavos en la valla.
Finalmente llegó el día en que el muchacho no perdió la calma para nada y se lo dijo a su padre.
Entonces, el padre le sugirió que por cada día que controlara su carácter debería sacar un clavo de la valla.
Los días pasaron y el joven pudo finalmente decirle a su padre que ya había sacado todos los clavos de la valla…
Entonces, el padre llevó de la mano a su hijo hasta la valla…
– Mira, hijo, has hecho bien, pero fíjate en todos los agujeros que han quedado en la valla… Ya nunca será la misma.
Cuando dices o haces cosas con ira, dejas una cicatriz como este agujero en la valla… Es como clavarle un cuchillo a alguien: aunque lo saques con rapidez, la herida ya está hecha.
Cuántas veces no nos damos de las consecuencias de lo que hacemos!!!!!
Lástima que en ocasiones solo nos demos cuenta después de haber herido a alguien…
Aunque sea tarde es útil para actuar de forma diferente la próxima vez!