CUENTO: LA CRISIS

ITALIANO

«Tanto si piensas que puedes, como si piensas que no puedes, estás en lo cierto»

HENRY FORD

La primera vez que escuché esta frase empecé a vivir de forma diferente, más consciente y más responsable.

Me dí cuenta de cuanto habían influido mis creencias sobre mi vida hasta aquel momento y de como me habían llevado hasta el momento presente. Desde entonces elijo con mucho cuidado  en que quiero creer. Te dejo este cuento para que reflexione un poco sobre este tema

Feliz fin de semana

Con cariño

Federica

Un hombre vivía en la orilla de un camino y vendía perritos calientes.

No tenía radio, ni televisión, ni leía los periódicos, pero hacía y vendía buenos perritos calientes.

Se preocupaba por la divulgación de su negocio y colocaba carteles de propaganda por el camino, ofrecía su producto en voz alta y el pueblo le compraba.

Las ventas fueron aumentando cada vez más, compraba el mejor pan y la mejor salchicha. Llegó un momento en que fue necesario comprar un carrito más grande, para atender a la creciente clientela. El negocio prosperaba.

Su perrito caliente era el mejor de la región.

Venciendo su situación económica inicial, pudo pagar una buena educación a su hijo, quien fue creciendo y fue a estudiar Economía en la mejor Universidad del país.

Finalmente, su hijo ya graduado con honores, volvió a casa y notó que su padre continuaba con la misma vida de siempre y tuvo una seria conversación con él… «¿Papá, usted no escucha la radio? ¿Usted no ve la televisión? ¿Usted no lee los periódicos? Hay una gran crisis en el mundo!!! Y la situación de nuestro país es crítica!!! ¡Todo está mal y el país va a quebrar!»

Después de escuchar las consideraciones de su hijo, el padre pensó… bien, si mi hijo Economista, lee periódicos, ve televisión, entonces solo puede tener la razón… y con miedo de la crisis, el viejo busco el pan más barato (más malo) y comenzó a comprar la salchicha mas barata (la peor) y para economizar dejó de hacer sus carteles de propaganda.

Abatido por la noticia de la crisis ya no ofrecía su producto en voz alta, ni atendía con entusiasmo a sus clientes.

Tomadas todas esas precauciones, las ventas comenzaron a caer y fueron cayendo y cayendo y llegaron a niveles insoportables.

El negocio de perritos calientes del viejo que antes generaba recursos para que el hijo estudiara Economía, finalmente quebró.

Entonces el padre, muy triste, le dijo al hijo: «hijo, tenías razón, estamos en medio de una gran crisis» y le comentó orgullosamente a sus amigos: «bendita la hora en que envié a mi hijo a estudiar Economía, él me avisó de la crisis…»